El arte de vivir
Un torbellino ante Thich Nhat Hahn
Mi vida ha sido un torbellino arrollador de crisis vitales. A lo largo de todos estos años, la mayor constante, la única referencia absoluta, era yo. Todo lo demás a mi alrededor giraba, se desplazaba, llegaba y desaparecía.
Lo que ayer era nada, hoy lo era todo, y mañana volvía a ser de nuevo nada, tan solo un recuerdo efímero, una brizna de hierba cortada en el prado, una hoja seca llevada en volandas por el viento…
Lo que ayer cobraba la mayor de las importancias, hoy era un asunto trivial, y mañana tan sólo una línea más a añadir a un extenso currículo que se extendía y extendía, como queriendo abarcar hasta más allá de la columnas de Hércules.
Sólo yo como referencia, en un océano de dudas, en un movimiento sinfín de la veleta, en una desaforada carrera hacia el abismo, en un caminar sin rumbo, en un andar buscando la salida de la habitación con una venda puesta ante los ojos…
La única referencia, yo… cuando trágicamente no sabía ni quién era ese yo que se empeñaba en ser el supuesto dueño de mi vida, pretendiendo guiar mis pasos de forma errática, ebrio de soberbia, de insatisfacción, de ignorancia…
Sentado en mi escritorio, ante mí se abren las páginas del (pen)último libro del maestro zen Thich Nhat Hahn, El arte de vivir, editado para España por Urano. «Elige la paz y la libertad. Aquí y ahora», reza el subtítulo.