¿Sientes ansiedad?
Deja todo lo que estés haciendo.
Ponte comod@ en el suelo, sentad@. No hace falta que adoptes ninguna postura ‘especial’. Lo importante es que te encuentres cómod@. Ahora conecta contigo a través de tu respiración. Es muy fácil. Tan sólo observa tu respiración. Obsérvala sin forzarla, dejando que fluya por si misma, permitiédola seguir su ritmo natural… Cuando sólo la respiración ocupe tu atención, siente la ansiedad… ¿Cómo es? ¿Dónde la sientes?
Quizás una opresión en el pecho…
Tal vez como un ahogo en la garganta…
Puede ser un peso sobre los hombros…
O un nudo en el estómago… Puedes ponerle nombre a su sabor, y la sentirás: ¿Amarga como una fruta verde?
¿Ácida como un limón?
¿A óxido?
… Puedes ponerle nombre a su olor… …huele como a basura.
…huele como a serrín.
…huele como a cementerio.
Puedes ‘verla’: …es como una sombra negra que me mira.
…la veo como un demonio rojo que se ríe de mí.
…es como un mar profundo en el que me voy hundiendo.
Trata de conocer a tu ansiedad. Obsérvala. ¿Qué te dice? Quizás te hable de miedo… O de tristeza… O de rabia… Si dejas que te hable, descubrirás lo que te está ocurriendo…
¿Seguimos hablando? 😉